Podría haber titulado este post con algo más técnico como "Quebradas, ríos, manantiales", pero me ha venido a la cabeza inmediatamente el título de una de mis películas favoritas.
Para quienes no la conozcan, El Manantial es una pequeña joya de de King Vidor, de 1949), interpretada por Gary Cooper y Patricia Neal. Está inspirada (aunque dista mucho de los biopics a los que Hollywood nos tiene acostumbrados) en la vida del arquitecto Frank L. Wright, de ahí su título (una referencia a la Casa J. Willis Hughes). A algunos puede que les repulse el excesivo individualismo que destila la película, pero incluso para éstos, puede haber un puñado de importantes ideas desde el punto de vista de la ingeniería: su sentido de aproximación armoniosa a la naturaleza, y el funcionalismo estructural como filosofía de partida en la búsqueda de la belleza.
Es al hilo de esto último, mi reflexión. Llevo varias semanas trabajando, primero, en la base de datos, y ahora, en los formularios que forman parte de la interfaz gráfica, del futuro sistema de información geográfica que ESF pretende implantar como herramienta para gestionar la documentación de la que luego arrancan sus proyectos en Honduras.
Uno podría pensar (el ingeniero en sentido obsceno), que la cosa es tan sencilla como llegar con un puñado de tubos, bombas y hormigón al sitio, y empezar a construir. Y que así, hemos mejorado el mundo con algo de dinero y sudando lo justo.
Sin embargo, otro (el ingeniero en toda su dimensión, IMHO), llega, observa, toma notas, habla con la comunidad a la que va dirigida su obra (porque el fin de toda obra de ingeniería, en mayor o menor escala, es social). Comprende las condiciones de contorno. Interioriza las relaciones. Analiza (el presente). Sintetiza (el futuro). Y entonces obra.
El trabajo que hago desde CartoLab para ESF en Honduras tiene varias vertientes satisfactorias. La primera es obvia: la posibilidad de trascendencia de este trabajo en la mejora de las condiciones de vida de alguien. Es satisfactorio y realizador. Otra, indiscutiblemente, es la personal: el colaborar con un equipo de gente maja, es satisfactorio y muy agradable. Y, lógicamente, trabajo con software libre. Esto es satisfactorio y cómodo.
La no tan obvia satisfacción, es la de un trabajo que apuntaba en sí mismo a tedio. Si uno toma alguno de los documentos en los que se basa mi trabajo, se puede llegar a asustar con la cantidad de variables que hay que implementar. Sin embargo, según iba avanzando, según comprendía la estructura de la información con la que ESF pretende desarrollar sus proyectos, he ido descubriendo los factores que se están teniendo en cuenta. Factores técnicos, por supuesto: condicionamientos geográficos, estado actual de las infraestructuras, cultivos... pero también de índole humana: organización de la educación, de la sanidad, las asimetrías de género, la economía en la escala comunitaria...
Y entonces, poniéndome bajo la piel de los técnicos en el lugar (los técnicos locales, nuestra expatriada estupenda a quien mareo de vez en cuando, PCR's pasadas, presentes y futuras), pienso que, llevado al campo de la gestión del agua, el funcionalismo estructural y la armonía con el entorno, del que hablan El Manantial, alcanzan su plena dimensión. Los bytes, preciosos bytes de información (adoro los ordenadores, qué se le va a hacer), me hacen visualizar el palpitante devenir de un territorio, desde la escala del los eternos ríos y montañas, hasta el día a día bajo el sol del agricultor de piel cuarteada, del voluntarioso médico que salta de aldea en aldea, de los felices niños que caminan kilómetros para ir a una pequeña escuela en el rural del golfo de Fonseca.
Este es el punto de partida del camino a la belleza: la de las comunidades que, con un poco de ayuda de sus amigos, luchan por desarrollarse en un medio más o menos hostil, haciendo, como ensalzaba José Antonio Fernández Ordóñez, con pequeñas, humildes, pero bien pensadas intervenciones, un mundo sostenible y más humano.
Para quienes no la conozcan, El Manantial es una pequeña joya de de King Vidor, de 1949), interpretada por Gary Cooper y Patricia Neal. Está inspirada (aunque dista mucho de los biopics a los que Hollywood nos tiene acostumbrados) en la vida del arquitecto Frank L. Wright, de ahí su título (una referencia a la Casa J. Willis Hughes). A algunos puede que les repulse el excesivo individualismo que destila la película, pero incluso para éstos, puede haber un puñado de importantes ideas desde el punto de vista de la ingeniería: su sentido de aproximación armoniosa a la naturaleza, y el funcionalismo estructural como filosofía de partida en la búsqueda de la belleza.
Es al hilo de esto último, mi reflexión. Llevo varias semanas trabajando, primero, en la base de datos, y ahora, en los formularios que forman parte de la interfaz gráfica, del futuro sistema de información geográfica que ESF pretende implantar como herramienta para gestionar la documentación de la que luego arrancan sus proyectos en Honduras.
Uno podría pensar (el ingeniero en sentido obsceno), que la cosa es tan sencilla como llegar con un puñado de tubos, bombas y hormigón al sitio, y empezar a construir. Y que así, hemos mejorado el mundo con algo de dinero y sudando lo justo.
Sin embargo, otro (el ingeniero en toda su dimensión, IMHO), llega, observa, toma notas, habla con la comunidad a la que va dirigida su obra (porque el fin de toda obra de ingeniería, en mayor o menor escala, es social). Comprende las condiciones de contorno. Interioriza las relaciones. Analiza (el presente). Sintetiza (el futuro). Y entonces obra.
El trabajo que hago desde CartoLab para ESF en Honduras tiene varias vertientes satisfactorias. La primera es obvia: la posibilidad de trascendencia de este trabajo en la mejora de las condiciones de vida de alguien. Es satisfactorio y realizador. Otra, indiscutiblemente, es la personal: el colaborar con un equipo de gente maja, es satisfactorio y muy agradable. Y, lógicamente, trabajo con software libre. Esto es satisfactorio y cómodo.
La no tan obvia satisfacción, es la de un trabajo que apuntaba en sí mismo a tedio. Si uno toma alguno de los documentos en los que se basa mi trabajo, se puede llegar a asustar con la cantidad de variables que hay que implementar. Sin embargo, según iba avanzando, según comprendía la estructura de la información con la que ESF pretende desarrollar sus proyectos, he ido descubriendo los factores que se están teniendo en cuenta. Factores técnicos, por supuesto: condicionamientos geográficos, estado actual de las infraestructuras, cultivos... pero también de índole humana: organización de la educación, de la sanidad, las asimetrías de género, la economía en la escala comunitaria...
Y entonces, poniéndome bajo la piel de los técnicos en el lugar (los técnicos locales, nuestra expatriada estupenda a quien mareo de vez en cuando, PCR's pasadas, presentes y futuras), pienso que, llevado al campo de la gestión del agua, el funcionalismo estructural y la armonía con el entorno, del que hablan El Manantial, alcanzan su plena dimensión. Los bytes, preciosos bytes de información (adoro los ordenadores, qué se le va a hacer), me hacen visualizar el palpitante devenir de un territorio, desde la escala del los eternos ríos y montañas, hasta el día a día bajo el sol del agricultor de piel cuarteada, del voluntarioso médico que salta de aldea en aldea, de los felices niños que caminan kilómetros para ir a una pequeña escuela en el rural del golfo de Fonseca.
Este es el punto de partida del camino a la belleza: la de las comunidades que, con un poco de ayuda de sus amigos, luchan por desarrollarse en un medio más o menos hostil, haciendo, como ensalzaba José Antonio Fernández Ordóñez, con pequeñas, humildes, pero bien pensadas intervenciones, un mundo sostenible y más humano.
2 comentarios:
Me gusta mucho tu divagación Tsao!! Creo que es importante tener en cuenta todos esos puntos de buen ingeniero en este proyecto!
Me gusta mucho la reflexión, capta mucho la integralidad que se pretende buscar en las actuaciones (no sólo de ingeniería, debería ser en cualquier ámbito). Y cuanto más multidisciplinares seamos en esto, mejor (ya quedan pocos Leonardo da Vinci, que sepan de todo, además tampoco molan los personalismos).
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