septiembre, por la mañana, bien temprano, entre una
gran pena nos despedimos de lo que ha
sido nuestro hogar durante un mes y medio
aquí en Honduras.
La verdad se ha hecho muy corto. Este dato creo que habla por sí sólo, cuando uno está bien en un lugar el tiempo pasa volando. Aún así, echando una mirada al pasado inmediato, se
puede decir que no hemos perdido el tiempo.
Todo entra dentro de la experiencia, desde lo bueno bueno, hasta lo bueno menos bueno… Juegos con los niños al caer la noche, paseos por el pueblo en busca de la pulpería más cercana (especie de negocio familiar donde puedes encontrar un poco de todo o un poco de nada, depende; nada que ver con un buen pulpo a la gallega), conversaciones con la familia y demás amigos vecinos, cenas a la hondureña, robo de chanclas con posterior “devolución”, comidas en las casas, caminatas por las comunidades, la tranquilidad de la noche, cortes de luz infinitos (siempre acompañados de un buen libro o una buena conversación), la ausencia de modernidades distorsionadoras como internet, bañitos frescos al regresar del calor sofocante gracias a nuestra querida paila, apoyo a la gente de Save the Children, Valentín, Norman, muchas nuevas amistades… ¡Qué caramba! ¡Creo que hasta voy a echar de menos a los malditos zancudos! (mentira…).
El último día fue movidito. Todos queríamos aprovechar al máximo nuestros últimos instantes juntos, así que al regresar del foro, acompañados por Cristian, Bessy, Lili y Roger, nos fuimos a dar un paseo río arriba atravesando una serie de pozas y parajes preciosos. Nos mojamos hasta el cuello, mereció la pena. Después, una última subida al cerro El Sombrerito, el más alto de la localidad, para disfrutar de la panorámica del pueblo y respirar el aire fresco de las montañas de Coray.
¡Había sitios difíciles de subir! Cristian no pudo pasar de ahí |
Lili, Daniela y Bessy disfrutando del recorrido |
En lo alto del cerro El Sombrerito |
De regreso a casa, a cumplir con lo prometido: La Última
Cena. Manos a la obra, teníamos que hacerles disfrutar de un clásico español,
la tortilla de patatas. Ayudantes de cocina, Daniela y Bessy; chef principal,
Daniel (el menda). Sé que puede sonar poco humilde, pero me quedaron bastante
ricas las tres tortillas (¡y era la primera vez que hacía tres de un tirón!).
Fue todo un éxito. Disfrutamos de una buena cena, además de por las tortillas
por los licuados que nos prepararon. ¡Qué mejor manera de despedirse de una
buena gente!
Concentración en la cocina |
1Tres tortillas españolas! ¡Oído cocina! |
Cheli degustando la cena |
PCR 2012, nuestra estancia en Coray
3 comentarios:
moi chulo o vídeo!!!!
nunca es un adiós, es un hasta luego!!! ;DDD
Los Daniel´s siempre fuisteis un poco horterillas aish ese corazón final jajajajja
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