11 feb 2015

Pequeñas píldoras de realismo socia. Píldora II: De femicidios, masculinidad y otros.


             Al igual que detrás del espejo de Alicia había un mundo nuevo, a veces hay una dura realidad detrás de la cotidianiedad, en el mercado, en los autobuses o cuando simplemente transitamos por las carreteras en las primeras horas de la mañana. 

            A simple vista podemos ver que la infancia es la mayor de las fragilidades y ser niño en estas latitudes es ser lo último en la escala social: el último que come, el último que se tiene en cuenta .  Niños vendiendo en las calles, en los mercados, descalzos, desnutridos... Y resulta que es la punta del iceberg. 
       Detrás de los niños que venden se esconden adultos que establecen tarifas horarias : una hora tantas bolsas de jugos, verduras o frutas; si no se cumple no hay alimento. Supervivencia obliga y siempre hay alguien dispuesto a sacar provecho:  la venta sexual de los niños. Si un niño ve que no ha conseguido las ventas, siempre hay cerca algún vendedor pedófilo que por uno u otro trabajo sexual le compra la mercancía o le paga la tarifa que iba a ganar. En este caso los mercados son los lugares idóneos para esta práctica por el amparo visual que ofrecen los puestos.

           Otra práctica común en las comunidades y en las ciudades, es la del "présteme a su   niñ@ un ratico " para las indicaciones, direcciones o recados de breve tiempo. Esto consiste en que las familias mandan a sus hij@s con desconocidos ,  para que les hagan favores a cambio de algunas lempiras, lo que suele conllevar que los niñ@s se suban a autos  en total desamparo,  prestándose  la situación para abusos o raptos o violaciones . 
        Relacionado con este uso de los menores para hacer favores entre familias o entre vecinos, está la práctica de la "cuarentena". Esta afecta ya más a niñas de 7 a 12 años . La mamá se compromete a que su hija cuide y le haga la cuarentena de la mujer recién parida. Las niñas se ven indefensas en casas ajenas, posiblemente con varios varones mayores que ellas. Un elevado número de estas niñas vuelven a sus casas abusadas y/o embarazadas por los hijos mayores o por los maridos que "no aguantan la cuarentena de sus esposas". 

             En la mayoría de las casas, las niñas se encargan del aseo de la casa y del cuidado de los hermanos pequeños o de bebés de la familia. En muchos de esos casos se producen daños irreparables en la vida de las niñas. Más allá de la pérdida de la infancia por no tener tiempo para jugar como si lo hacen los varones, estan  las consecuencias físicas: la mayoría de las mujeres sufren algún tipo de malformación muscular u ósea debido al peso soportado cuando niñas por cargar bebés, baldes de agua etc.

            Pero no sólo las niñas por ser infantes sufren las agresiones. En la mayoría de los campos de meloneras y en las camaroneras el intercambio de favores sexuales por trabajo está a la orden del día, así como abusos de todo tipo en el trayecto  de la fábrica o campo de trabajo a la comunidad.

           Todas estas acciones son la violencia silenciosa . Esa violencia de género arraigada e intrínseca a la sociedad machista, patriarcal y eminentemente religiosa y misógena.

           Por todo ello, los índices de adolescentes y niñas embarazadas se han multiplicado por 10 en los últimos 15 años en la zona de Marcovia y Choluteca.

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